sábado, 26 de noviembre de 2016

El hacha y el mango (Félix María Samaniego).

Un hombre que en el bosque se miraba con un hacha sin mango, suplicaba a los árboles diesen la madera que más sólida fuera para hacerle uno fuerte y muy durable. Al punto la arboleada innumerable le cedió el acebuche, y él, contento, perfeccionando luego su instrumento, de rama en rama va cortando a gusto del alto roble el brazo más robusto. Y a los árboles todos recorría, y mientras los mejores elegía dijo la triste Encina al Fresno: -¡Amigo, infeliz del que ayuda a su enemigo!-



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