Un pescador tiró al mar su red y cuando la recogió sólo
encontró en ella un pez pequeñísimo. Lo tomó en sus manos, pero el animal le
rogó que lo soltara porque era demasiado chico. –Cuando sea mayor- argumentó
–podrás volver a pescarme y entonces sí seré provechoso. –Bien tonto sería-
respondió riendo el pescador – si soltara la presa que tengo en mis manos,
soñando con la presa que llegaré a pescar quién sabe después de cuánto tiempo,
por grande que fuera.
Moraleja: Es un disparate desaprovechar la riqueza que
tenemos al alcance de la mano, pretextando que es poca.
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